Cyrano de Bergerac (texto, película y resumen)

Enlace a la obra:

https://docs.google.com/file/d/0B_ZrYYDkCjgMUXNlSzBoblozcTA/edit?usp=sharing


Cyrano de Bergerac

(Resumen de la obra de Edmond Rostand)
Realizada por MMC (anticipando una disculpa por las licencias tomadas al resumir tan maravillosa obra teatral)
 
Cyrano de Bergerac, temeroso de no ser correspondido por su grotesca nariz, ocultó de por vida la pasión y el profundo amor que sentía por su amada Roxana, condenándose a sí mismo a sufrir el tremendo dolor que provoca el amor inconfeso.

Cyrano, caballero romántico per se, sublime poeta, temido e imbatible con la espada y la palabra, además de fanfarrón frente a la prepotencia pero comprometido con las causas nobles, estuvo a punto de revelarle su amor a Roxana aquella tarde en que ella le pidió que se reunieran invocando la entrañable amistad que los unía desde los días infantiles. Inefable el destino, como lo suele ser con los que aman, Cyrano no tuvo oportunidad de confesar lo que sentía pues, al punto de casi hacerlo, Roxana le manifestó la fuerte atracción que sentía por Cristian Neuvillete.
Cristian era un joven impulsivo, físicamente agraciado pero intelectualmente rupestre y completamente desposeído del arte de la palabra, la poesía y la elocuencia. Acababa de llegar por aquellos días como soldado al mismo regimiento en donde servía Cyrano y, por asares del destino, en algún cruce de miradas, en un encuentro casual por las calles de la ciudad, Roxana y Cristian descubrieron una fuerte atracción que los unía.

Siendo aquellos tiempos de la Francia de siglo XVI muy obligados por las formas y el disimulo, Roxana había acudido con su amigo Cyrano para que le ayudara a conocer a Cristian y solicitarle que lo protegiera, conociendo de ante mano el riesgo que corría un soldado recién llegado a una guarnición militar famosa por sus duelos a muerte provocados casi sin ninguna razón de por medio.
Motivado por el deseo de hacerla feliz pese a todo y ahora en conciencia del sentir de ella hacia aquel soldado, Cyrano guardó para sí su amor y juró a Roxana tomar bajo su protección a Cristian y ayudarlos para que se pudieran cortejar. Las charadas de la vida pusieron a prueba de inmediato aquel juramento, pues unos instantes después de que Roxana se retirara y mientras Cyrano intentaba relatar la batalla que había tenido contra 100 hombres la noche anterior, Cristian se enfrentó a Cyrano verbalmente burlándose escandalosamente de su enorme nariz, motivado por ganarse el respeto de todos enfrentando al más temido espadachín. Esta acción que le hubiera costado la vida a cualquiera frente a la espada de Cyrano, tuvo que ser tolerada por él al punto de verse obligado a pedir a todos que se retiraran del lugar para hacerle saber a Cristian de su amistad con Roxana y que los ayudaría para que pudieran verse.

Cyrano, aún frente al dolor que le provocaba ese triste papel en que lo había colocado la vida, pudo conocer por experiencia propia, a través de esa protección que brindó, la imposibilidad de Cristian para expresar sus sentimientos por medio de las palabras. Aprovechando esa incapacidad de escribir una carta que trasmitiera alguna emoción o de expresarse con suficiente elocuencia para motivar pasión, pactó con Cristian que sería la inspiración de Cyrano la que escribiría las misivas de amor para Roxana, convenciéndole de que sólo de esa manera podría conquistar su amor permanentemente. Cyrano veía en esa acción la oportunidad de poder expresar a su amada sus ocultos sentimientos sin revelarle su amor, mientras que Cristian veía en ello un camino corto para conquistarla.
Obligado por amor a ser el celestino de ese romance, Cyrano comienza a escribir las más pasionales cartas de amor para Roxana, quien a leerlas se llena de rubor y palpitaciones y de sentimientos indescriptibles hacia quien le escribe. Pensando que se trata de Cristian, Roxana le pide a él, en su primer encuentro, que le expresé de viva voz aquellos sentimientos que reflejan sus misivas. Él, al intentarlo, decepciona y molesta a Roxana con su falta de pasional elocuencia y gracia, al grado de que ella se retira enojada exigiéndole que la próxima vez que se reúnan la complazca o no volvería a verlo.

Cristian pide ayuda a Cyrano para que le enseñe el arte de hablar con vehemencia y él, no muy de agrado, acepta. Después de algunos intentos y convencido de que era imposible lograrlo, Cyrano le ofrece a Cristian, como solución, que fuera de noche al pie del balcón de Roxana a profesarle su amor desde la obscuridad, de modo tal que Cyrano, escondido tras los arbustos, pudiera dictarle las palabras de amor para Roxana. Cristian acepta y acuerdan que esa misma noche llevarán a cabo la farsa.
Llegó la hora oscura en que la luna todo abrazaba, y Cristian llama a su amada desde el jardín. Ella sale de su recámara por el balcón y Cyrano dicta a Cristian las primeras palabras de amor. Cristian, desprovisto de toda elocuencia como lo estaba, no logra ni aún con las palabras de Cyrano nada más que enfadar más a Roxana, al grado de que, molesta, lo amenaza con retirarse del balcón.

Cyrano, necesitado esa noche de que ella escuchará lo que él sentía, hace a un lado a Cristian y fingiéndose ser él le ofrece de viva voz a Roxana las más profundas y pasionales palabras de amor, escondido tras las sombras. El impacto es demoledor; su voz y las palabras recorren lo más íntimo de Roxana hasta estremecerla en las profundidades de su alma enamorándola irremisiblemente y haciéndole desear bajar al jardín para escucharlo en la cercanía de su amado. Cyrano, sabiendo que eso significa que Roxana descubra que no era Cristian el que le hablaba, logra persuadirla para que se quede en el balcón convenciéndola de que es desde las oscuridad de donde brota la pasión y el valor para hablarle de amor; el amor de él en las palabras y la pasión de él, pero que Roxana creía eran de Cristian.
Las palabras de amor continúan trepando por la enredadera hasta los oídos de Roxana, pero Cristian, poco paciente e imprudente, presiona a Cyrano para que le pida un beso. Aquella petición incisiva turba la vehemencia de Cyrano obligándolo a discutir con Cristian, a susurros, por querer ir demasiado aprisa. Roxana escucha en el extraño alboroto la palabra beso y pregunta, sugiriendo aceptarlo y desearlo, si eso es lo que desea quien le habla, aumentando la confusión de Cyrano todavía presionado por Cristian por obtener el beso.

Por suerte para Cyrano, en ese momento, alguien llega a la reja del jardín y Roxana deja el balcón y se oculta en su recámara. Es un anciano monge capuchino que va en busca de Roxana con la encomienda de entregarle una carta. Cyrano lo enfrenta antes de que pueda cruzar la reja, embromándolo con que se ha equivocado de domicilio y sugiriéndole que busque más adelante por la misma calle. El monge se retira y ya de nuevo bajo las sombras del balcón, Cristian insiste en exigir a Cyrano que le consiga ese beso recordándole que sería hoy, o mañana o después, pero que ese beso sería tarde o temprano.

Cyrano cae en cuenta con pesar de esa realidad y aceptando lo inevitable exalta en sus palabras a Roxana, ya de vuelta en el balcón, ese deseo por un beso de amor. Roxana acepta y le pide que suba hasta el balcón. Cyrano empuja a Cristian para que se apreste a trepar por ese obsequio y el joven Cristian se esfuerza por alcanzar a Roxana. Mientras Cyrano presencia aquel beso, compasivo de sí mismo, se lamenta y se alienta diciéndose que de ese beso algo recibirá porque Roxana en realidad está besando en otros labios las palabras con que él la ha enamorado.

El monje capuchino regresa molesto porque lo han hecho caminar de más y ahora sabe que ese es el domicilio en donde debe de entregar la carta de De Guiche, un noble y militar de alto rango pretendiente de Roxana. Cyrano finge llegar corriendo al jardín a preguntar por Cristian a modo de alertarlos de la presencia del monge.

Roxana baja, ya advertida del objetivo del monge, y recibe el escrito de propia mamo en medio de todos que ya se habían reunido nuevamente en el jardín. Lee para sí la misiva dándose cuenta que De Guiche le pide casarse con ella en ese momento aprovechando al monge y antes de partir esa misma noche hacia la guerra. Aprovechando que el monge desconoce el contenido del texto, Roxana finge leer la carta en voz alta y, engañando al monge, le dice que De Guiche pide que la enlace en matrimonio con Cristian en ese mismo instante y lo apuran a hacerlo. Cyrano, entendido de la maniobra al atisbar el contenido de la carta leyendo tras el hombro de Roxan, se apresta a detener a De Guiche lo minutos necesarios para realizar la boda, sorprendiéndole a la entrada de la casa, semidisfrazado y con una historia lunática que lo demoraría lo suficiente.

La pareja sale felizmente casada y De Guiche se entera de la farsa. Siendo su rango militar superior al de Cristian y Cyrano, les ordena que en ese mismo instante se integren al regimiento que parte hacia la guerra, evitando así que la noche de bodas se consume. Roxana pide a Cyrano que cuide de Cristian mientras la guerra y que lo obligue a escribirle mucho.
Pasó el tiempo y los españoles tenían sitiada la guarnición donde se encontraban Cyrano y Cristian quienes conocían de antemano los planes enemigos de atacar esa misma noche con tal violencia hasta aniquilarlos. Cristian confiesa a Cyrano que sólo anhelaba antes de morir en la batalla, poder escribir una carta a Roxana para despedirse de su amada. Cyrano sorprende a Cristian entregándole un texto lleno de pasión indicándole que ahí estaba la carta que deseaba. Cristian la toma aliviado por su necesidad y al verla encuentra una lágrima manchando el papel de aquella misiva, descubriendo por primera vez el secreto amor de Cyrano.

Llega a la guarnición un carruaje del que baja Roxana que había atravesado el campo enemigo con artes de sonrisa de mujer para ver a su amado. Al darse cuenta de eso, Cyrano confiesa a Cristian que ha arriesgado su vida frente a los enemigos para llevar cada día cartas de amor para Roxana, y le pide que finja no sorprenderse si ella las menciona a fin de que no se dé cuenta de que fue Cyrano el que realizo tan enamorado lance.
La pasión intestina trasmitida por Cyrano a través de aquellas cartas llenas de sublime amor, llevaron a Roxana, ansiosa de estar con su amado, a aferrarse a permanecer en la guarnición aún a sabiendas del ataque de los españoles. Estando juntos, Roxana le confiesa a Cristian que el verdadero motivo de su deseo por quedarse eran las maravillosas cartas de amor que le había enviado y en las que le revelaba la belleza y profundidad de su alma, de la cual ahora estaba perdidamente enamorada. Roxana, desconociendo el drama que vivía Cristian al conocer la verdad de Cyrano, confió para él que si bien al principio su enamoramiento era por su atractivo físico, ahora era sólo su alma la que amaba; incluso aseverándole que si él no fuera físicamente atractivo aún así lo seguiría amando pues la pasión que descubrió en él era más bella e importante que nada en su vida.

Conociendo el secreto de Cyrano, aquella revelación resulta demoledora para Cristián, quien desesperado corre en busca de Cyrano para exigirle que le confiese su amor a Roxana a fin de que ella, conociendo la verdad, pueda elegir de entre los dos a quién verdaderamente ama.
El ataque a la guarnición comienza y Cristian, con la intención de dejarlos solos, enfrenta a los enemigos en un lance valiente pero muere abatido por la metralla española. Cyrano, sin haber confesado nada a Roxana, entrega en la tragedia la carta que había escrito ese día diciéndole que fue el último acto de amor de Cristian y ensalzando en su recuerdo al valiente caballero que ella guardaría en su memoria enamorada.

Roxana y Cyrano sobreviven el ataque; ella para internarse en un convento guardando el luto por la memoria de su amado, mientras que Cyrano la visitaría rigurosamente cada sábado para actualizarla en las noticias del exterior.
Han pasado ya casi quince años desde la muerte de Cristian y el cautiverio de Roxana. Es sábado y Roxana espera la visita de Cyrano, a la que no ha dejado de asistir, puntualmente, ni una sola vez. Ella no sabe que Cyrano ha sido mal herido días atrás, víctima de un complot de sus enemigos, quienes, por no enfrentar su espada, le tendieron una trampa para arrojarle un enorme madero sobre la cabeza y propinarle la muerte. Fallaron en su intento pero han dejado una herida mortal en su cabeza que lo ha postrado en su cama.

La tarde cae en el convento y Cyrano, realmente maltrecho y debilitado, sacando fuerzas de su enorme pasión, se presenta retrasado a su cita. Como era costumbre, Roxana no lo mira al llegar sino que sigue trabajando en su costura mientras él, a su espalda, en un asiento dispuesto para él, le dice las últimas novedades de la semana. Entradas las primeras oscuridades de la noche, Cyrano le pide a Roxana que cumpla la promesa que le había hecho de dejarle leer la última carta que Cristian le escribiera y que ella guarda celosamente en un relicario que nunca se aparta de su pecho. Ella accede a su petición y escucha con atención la lectura que en vos alta da Cyrano a aquel texto. Sorprendida al escuchar esa voz que le recordaba aquella profunda que escuchó bajo su balcón, se acerca por la espalda de Cyrano y se da cuenta de que él está recitando de memoria el texto pues la luz de la noche ya no permite la lectura. Descubre entonces que aquella voz al pie de su balcón, las palabras y las lágrimas sobre el papel que celosamente guardaba, así como todas las cartas que recibió, eran de su verdadero amor y que estaba ahí y que era Cyrano y que en vano había guardado luto por un hombre que no era el que amaba.
Desconsolada hasta las lagrimas, Roxana reclama a Cyrano le diga esa verdad que ahora conoce y, pese a que él pretende seguir ocultándola, termina por aceptar su amor por ella. Hundida en la más cruel de las tragedias, ve llegar corriendo a los amigos de Cyrano anunciándole que esta visita le costara la vida y, al verlo realmente moribundo, se lamenta por el profundo dolor que le provoca el imposible del destino de ver morir dos veces al hombre que ama y no haber podido realizar ese sublime amor que tanto anhelaba. Cyrano se levanta de su silla, ya divagando, empuña su espada y enfrenta a la muerte; sabe que no puede ganar esta batalla pero ha de intentarlo por el amor de Roxana, por su amor a Roxana, por el amor que en vida ya le ha costado la vida y la muerte en vida. Él sabe que es más bello cuando se lucha inútilmente y sumergido en un trance delirante recrimina a la muerte que lo enfrente ayudada de sus enemigos: la mentira, los compromisos, los prejuicios, las cobardías y la estupidez; enemigos que ferozmente lo lastiman. Finalmente cae orgulloso, sabiendo que ya nada le quitará la gloria de esa noche, y abrigado por un beso de Roxana sobre su frente, muere el mismo día en que se sabe amado por quien amará, eternamente.

4 comentarios: